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Jovénes, empresarios, trabajadores...UN PROYECTO PARA TODOS
Basado en la CULTURA DEL DAR
Una ECONOMÍA que pone en el CENTRO A LA PERSONA
Un modelo HUMANO, SOLIDARIO Y SOSTENIBLE
 
 
 
 
Testimonio de Asunción Esteso,  economista y empresaria valenciana convencida de que lo que más le ha merecido la pena es haber vivido y tratar de vivir hoy por la fraternidad universal en la empresa. 

Después de terminar su carrera en Ciencias Económicas, Susi  se incorporó a la empresa familiar.

Susi siempre ha tratado con su trabajo de poner en el centro a las personas. Persigue un único fin: el bien y la dignidad de cada uno de los trabajadores.

"En una ocasión,  con una trabajadora que se ocupa de la facturación. Era una persona más bien encerrada en sí misma, exigente, que a cada tanto me indicaba cuáles eran sus derechos como trabajadora: que si tal día es fiesta, que si esto no es conforme... cumplía estrictamente los horarios y ni un minuto más. Con ella aprendí la letra pequeña de nuestro convenio. Era de esas personas que te cuesta admitir en el equipo por su actitud. El dilema ético que se me presentaba en este momento venía dado por la sugerencia de algunas personas, ¿por qué no despedirla y nos evitamos el problema? Pero la vida me presentó la oportunidad de amarla concretamente. Ella comenzó a sufrir fuertes dolores de cabeza, de esos que no te permiten hacer una vida normal, que parece que a la persona le va pasar algo grave... No todos los días podía venir a trabajar, no siempre podía con todo el trabajo porque es un trabajo que requiere concentración.  La pude comprender porque mi hermana sufre de lo mismo y conocía ya muchos medicamentos, médicos, tratamientos... Comenzamos a ver juntas a qué médicos recurrir, qué terapias hacer, y a decirle que no se preocupase por el trabajo: que poco a poco tendría que ir recuperando esas horas, que viese ella misma como organizarse, que otros compañeros la ayudarían.  Claro, esto no estaba en el convenio. Después de 10 años trabajando con ella, hoy, si hay alguien que tiene que se ha brindado a hacer trabajo extra ha sido ella; si hay una confidencia que he tenido que hacer, ha sido a ella; si hay alguien que me ha demostrado fidelidad a la empresa ha sido ella. Es otra persona. ¿Por qué? Yo creo que porque se sintió amada en un momento determinado, más allá de lo que marcaba nuestro convenio. El resultado fue el Bien Común, pues ella no perdió el trabajo y yo también encontré a una excelente colaboradora". 

 

Vivir por la fraternidad en el trabajo no exime de exigir responsabilidades. En la pequeña empresa existe mucha relación entre los empleados y poner en práctica esta cultura no es siempre fácil. 

"Recuerdo una vez que un trabajador, un conductor, no había cumplido bien con su trabajo y le indiqué que le comunicaría la falta por escrito. Impone decir estas cosas, siempre es una situación tensa. Salgo a tomar un café y me lo encuentro en el bar, y pienso “vaya justo me tengo que encontrar con éste” y me dan ganas de volver la esquina e irme a otro bar, pero pienso: “¿Por qué vivo yo? Yo vivo por la fraternidad” y entonces doy el salto y voy y le saludo, le pregunto por sus vacaciones, por su familia... A pesar de la situación tensa, soy libre, libre de amar siempre y la otra persona a menudo queda sorprendida.  Legalmente no estamos obligados ni a saludarnos, ni a interesarnos el uno por el otro; nuestro contrato no nos obliga a esto, pero no nos podemos quedar en sólo en la legalidad si queremos construir una sociedad mejor".

 

Esta forma de vivir es una preparación frente a las situaciones más difíciles o delicadas que llegan a toda empresa.  

"Antes de la crisis, un directivo de mi empresa se marchó y arrastró a muchos trabajadores para crear otra empresa en el mismo polígono donde estamos ubicados. Aquello no fue del todo lícito. Luego los clientes nos reclamaban pedidos que en realidad nunca habían llegado, ya que estas personas, aún trabajando con nosotros, los habían desviado a su empresa recién creada. No sabía cómo salir de aquello. En este momento el comportamiento que nos pareció más ético y  adecuado era no responder con descalificaciones que confundiesen aún más a clientes y proveedores. Simplemente tratamos de hacer el trabajo lo mejor posible. Nos quedamos con poco personal; supimos salir del apuro contratando y formando a nuevo personal.  La nueva empresa no fue adelante y la mayoría de los trabajadores incluido el promotor, volvieron a pedirnos trabajo. No pudimos atender a todos, pero sí a algunos.  Realmente nos costaba admitir a trabajadores y a clientes que nos habían creado tantas dificultades, pero la idea de vivir por la fraternidad también nos hizo ir adelante en esta ocasión". 

 

Convencida de que la Economía de Comunión no es sólo un proyecto sino que es portadora de una cultura nueva. Cuando le preguntan sobre el cómo gestionar una empresa, ella lo tiene claro:

"Creo que si hemos sobrevivido hasta hoy ha sido precisamente porque en medio de las dificultades también hemos sido capaces de ir tejiendo una red de relaciones, fruto de vivir la vida de la empresa con más atención y sensibilidad a la vez que afrontando los desafíos éticos que se nos presentaban buscando el Bien Común. Desde esta cultura hemos entendido y experimentado que es “el cómo” lo que cuenta. Ahora mirando hacia atrás y pensando en todo lo vivido en los últimos años (pérdida de ventas, despidos, impagados, retrasos en los pagos y en los cobros, falta de financiación...dificultades que hacen que llevar adelante el trabajo sea un esfuerzo que a veces parece superar nuestras fuerzas), pienso que lo que más ha merecido la pena es la idea de haber vivido y tratar de vivir hoy por la fraternidad universal en la empresa".