Vinaora Nivo SliderVinaora Nivo SliderVinaora Nivo SliderVinaora Nivo Slider
Jovénes, empresarios, trabajadores...UN PROYECTO PARA TODOS
Basado en la CULTURA DEL DAR
Una ECONOMÍA que pone en el CENTRO A LA PERSONA
Un modelo HUMANO, SOLIDARIO Y SOSTENIBLE
 
Conocemos a La Miniera, un centro de día para la tercera edad distinto. Entrevistamos a dos de sus socios fundadores, José Alonso  y Elena Bravo.

La_Miniera_04_rid

¿Podéis contarnos en pocas palabras vuestra historia? ¿Cómo surgió la idea de poner en marcha este centro? José Alonso: La empresa se constituyó en enero de 2003 y desde sus orígenes nació como una empresa de Economía de Comunión.

 

Yo siempre había trabajado en grandes multinacionales financieras y aseguradoras, pero perdí mi trabajo. Elena también había dejado su trabajo como bióloga para dedicarse a su familia y al cuidado de los hijos, pero cuando en 1991 Chiara lanzó el proyecto EdC inmediatamente sintió un fuerte deseo de participar en él. Cuando se trabaja en multinacionales, la sensación es de ser poco más que un código con un objetivo de ventas que cumplir. Por eso me atraían fuertemente las ideas típicas de la EdC de poner en el centro a la persona, vivir la comunión, la cultura de la legalidad … Aunque no teníamos experiencia con ancianos, nos lanzamos a construir el centro y conseguimos firmar con la Junta de Andalucía el convenio que nos permitía acoger a los primeros 25 ancianos justo dos días después de que se me terminara el paro.

¿Por qué le pusisteis a la empresa el nombre de “La Miniera”?

Logo_La_Miniera_ridElena Bravo: El centro había nacido como respuesta a la propuesta de Chiara, así que pensamos en pedirle a ella que le pusiera el nombre a la empresa. Chiara nos propuso “La miniera d’oro” [la mina de oro, ndt], en referencia al valor de las personas a las que iba dirigido nuestro trabajo: los ancianos. Esto ha guiado desde el principio nuestro trabajo. Todos los días tratamos de que el centro de nuestro trabajo no sean los beneficios sino las personas. Hacemos todo lo posible para que cada persona que entra en el centro se sienta acogida y valorada más allá de sus condiciones físicas y psíquicas. Con todo el equipo de profesionales nos esforzamos en dar un servicio de calidad donde cada uno, más allá de la debida profesionalidad, actúa de manera que los ancianos se sientas felices y queridos el tiempo que pasan con nosotros.

Entonces, los ancianos son el centro de vuestra empresa. ¿Cómo se concreta eso? J.A.:Una vez la trabajadora social nos hizo notar que dos de nuestros ancianos estarían mejor en una residencia. A pesar de que en aquellos momentos La_Miniera_02_ridperder dos plazas representaba todo un problema económico, nos dijimos: “si queremos que la persona esté en el centro, tenemos que pensar en ellos antes que en nuestros intereses” y les buscamos una residencia.

Cuando llegan nuevos ancianos, a veces vienen con un poco de miedo, como si se tratara de un castigo, pero los demás en seguida les animan: “yo venía para una semana y llevo ya 3 años y doy gracias hasta por la puerta que me acoge cada día” o bien: “cuando llega el fin de semana,  estoy deseando que acabe para venir al centro”. A algunos, sobre todo si están enfermos de Alzheimer o son agresivos, les cuesta más adaptarse. Para nosotros es muy importante que todos vean cómo les tratamos y así, poco a poco, terminan aceptándoles, como en una familia. Esto es importante también para sus familiares, que necesitan sentirse serenamente aliviados.

Dar un servicio de más calidad, vivir la legalidad... todo eso ¿no os hace más vulnerables frente a vuestros competidores? J.A.: Eso es verdad pero, por otra parte, nuestro “socio oculto” no permite que nos falte su ayuda. Desde el principio ha habido mucha gente que, La_Miniera_01_ridconociendo nuestra forma de trabajar y el uso que hacemos de nuestros beneficios, nos ha echado una mano: material de oficina, pvc, telas, manteles e incluso maniquíes para aprender a vestirse... son solo algunas de las muchas cosas que nos han llegado justo en el momento en que más falta nos hacían.

Hace poco necesitábamos una grúa geriátrica, pero no teníamos dinero sobrante. Decidimos comprarla de todos modos, pensando en el esfuerzo del personal y en los ancianos. Un viernes el proveedor nos entrega una grúa de prueba para que pudiéramos comprobar si era el modelo adecuado para nuestras necesidades. Ese mismo domingo me llama la trabajadora social para decirme que el director de un centro de discapacitados psíquicos, que sabe cómo trabajamos, nos regala una grúa eléctrica que no podía usar porque necesitaba que fuera hidráulica. Fui a recogerla y cuál no sería mi sorpresa al comprobar que era idéntica a la que nos habían dejado de prueba.

¿Es cierto que “La Miniera” se está convirtiendo también en un centro de difusión de la EdC en la zona? E.B.:  Realmente en estos últimos años han sido muchas las peticiones que hemos recibido para contar nuestra experiencia. Todos los meses tenemos alguna actividad de este tipo. La_Miniera_05_ridEl año pasado, con la encíclica del Papa, otros movimientos eclesiales se han acercado para conocer mejor la EdC. El ayuntamiento de nuestra ciudad también nos ha pedido varias  veces que participemos en distintos foros, que han sido otras tantas ocasiones para explicar nuestra forma de gestionar la empresa y los principios de la EdC. 

Últimamente han venido varios grupos de jóvenes con sus profesores de economía. Para nosotros son momentos importantes, no sólo porque el futuro de la EdC está en los jóvenes, sino también porque los jóvenes son un regalo para los mayores. Después de la última visita, estos jóvenes nos comentaban que les había impresionado la alegría de los ancianos, el ambiente de familia y el entusiasmo de los trabajadores, precisamente las cosas que son importantes también para nosotros. Estos jóvenes han encontrado una experiencia de evangelio vivido, que les da esperanza en que las cosas pueden cambiar y cada uno puede ser protagonista de ese cambio.