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Jovénes, empresarios, trabajadores...UN PROYECTO PARA TODOS
Basado en la CULTURA DEL DAR
Una ECONOMÍA que pone en el CENTRO A LA PERSONA
Un modelo HUMANO, SOLIDARIO Y SOSTENIBLE
 
La Economía de Comunión es una iniciativa económica desarrollada en cientos de países, entre ellos, Filipinas. Te presentamos la historia de Ancilla, una de las primeras empresas de EdC en este país que nació, como Apple, ¡en un garaje!
 

Escrito por Teresa Ganzon  en la Memoria EdC 2013-2014, sobre "Economía de Comunión - una cultura nueva" nº 40.

Los inicios: hacer algo que sirva de verdad

Tita Puangco, graduada en Economía en los Estados Unidos, y Renato, su marido, fueron de los primeros que respondieron a la invitación de Chiara Lubich de crear empresas animadas por la intención de vivir la comunión hasta el punto de compartir las ganancias con los pobres. Ambos habían tenido siempre en el corazón la justicia social y advertían que había llegado el momento de hacer algo de verdad. Pero debían considerar que tenían tres hijos pequeños y pocos ahorros disponibles. Hicieron algunos cálculos y, fiándose más de las ayudas “celestes” que de las “terrestres”, decidieron que Tita dejara un buen puesto de empleada de banca para intentar convertirse en consultora empresarial y profesora universitaria.

 

La llegada de tres importantes consultoras fue determinante. Tita decidió, mientras traía con generosidad al mundo a su cuarto hijo, crear en la cochera de su casa la sociedad de consultoría Ancilla SpA, nombre que en latín significa “sierva”, precisamente con el objetivo de “echar una mano” para mejorar la eficiencia de las empresas, basándose en los valores de la unidad, la excelencia, el compartir, el respeto a la persona, la innovación y la integridad.

 

Crecimiento y desarrollo a pesar de la crisis

Tres años después, Ancilla tenia ya 40 clientes, la mitad de ellos multinacionales y la otra mitad locales. El garaje se convirtió en un simpático recuerdo, pues la empresa disponía ya de una elegante oficina en el centro de Manila y otra en Yakarta, con un total de 22 colaboradores.

 

En 1990 explotó la crisis económica asiática. La empresa se propuso ante todo amortiguar el impacto de los efectos negativos sobre las familias de sus asociados. En vez de expandirse, aumentó los salarios logrando mantener el equilibrio de las cuentas gracias a que algunos de los mayores clientes permanecieron fieles.

 

Actualmente, Ancilla se compone de 15 socios y emplea a 48 profesionales con un portafolio de casi mil clientes, entre los que se encuentran las mayores empresas filipinas y las internacionales que allí operan. Es una consultora para grandes operaciones de externalización de la producción de bienes. Ha recibido encargos de importantes organizaciones públicas y privadas, entre las que se encuentra la Asociación Filipina de Farmacéuticos y Sanitarios.

 

Una consultora ética que comparte con los necesitados

En la vertiente del compartir, Ancilla proporciona alimento, ropa, alojamiento y educación para niños de muchas familias pobres, mientras que una parte de sus ganancias se destina a la formación de jóvenes en la “cultura del dar”.

 

El desafío actual no es sólo económico, sino que abarca también la esfera ética. La propietaria sigue las enseñanzas de Jesucristo, por lo que tiene que perdonar setenta veces siete a los consultores cuando se muestran infieles, no decir nunca nada negativo de los competidores a veces desleales y mantenerse actualizados con las nuevas tecnologías y formas de consultoría a nivel mundial, sabiendo también competir en un mercado cada vez más mundial a través de colaboradores internacionales.

 

Con veinte años de Economía de Comunión a sus espaldas, la señora Puangco, frente a estos desafíos, afirma: «Si continuamos poniendo en el centro a la persona y las relaciones, Dios nos hará comprender qué innovaciones necesitamos para seguir prestando un servicio de calidad en nuestro sector».